TIJUANA.- Hora después de haber asesinado a sus hijos de 10 meses y dos años en Rosarito, Matthew Taylor Coleman confesó ante el FBI que cometió el crimen porque “era la única forma de salvar al mundo”, pues creía que sus hijos se convertirían en monstruos al tener ADN de serpiente.

El estadounidense, de 40 años, se encuentra detenido en la cárcel del condado de Santa Ana, California.

Ahí lo transfirieron la mañana del martes 10 de agosto, luego de ser interrogado durante casi 12 horas por un agente del Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), luego de cruzar la frontera Tijuana-San Diego.

Antes de llegar al cruce fronterizo de San Ysidro, agentes de la Policía Municipal de Playas de Rosarito localizaron los cuerpos de Rain, una bebé de 10 meses, y su hermano Kaleo, de 2 años.

Ambos con heridas de arma producidas por un arpón de pesca metálico.

Este 11 de agosto, el FBI presentó ante la Corte Federal Central de California, radicada en Los Ángeles, una petición para que a Matthew Taylor le imputen cargos por el homicidio de sus dos hijos, bajo el título 18 § § 119, que considera un delito federal el asesinar a ciudadanos estadounidenses en el extranjero.

El reporte de la agente del FBI, Jennifer Bannon, quien se encuentra a cargo de la investigación, describe cómo el hombre planeó, cometió el doble homicidio, se deshizo de la evidencia e intentó regresar a su país.

En el documento, la agente especial relata “(Matthew) sí sabía que estaba mal lo que había hecho, pero dijo que era la única forma de salvar al mundo”.

El parricida es surfista y propietario de una escuela para ese fin en Santa Bárbara, California.

A la agente le confesó que fue “iluminado por teorías de conspiración de QAnon e Illuminati. Que recibió visiones y señales que revelaban que su esposa tenía ADN de serpiente y se la había transferido a sus hijos».

«Estaba salvando al mundo de monstruos”, se lee en su testimonio.

La petición ante la Corte explica que el caso se integró no solo con evidencia recabada por el FBI, también por medio del Departamento de Policía de Santa Bárbara, en donde el asesino vivía con sus hijos y esposa, así como por las evidencias de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Rosarito.

El sábado 7 de agosto, Matthew Taylor salió de su casa con sus dos hijos, sin dar aviso a su esposa Anny.

Ella se comunicó al Departamento de Policía de Santa Bárbara al no encontrarlos y observó que no estaba la vagoneta ni la casa rodante en su domicilio.

Contó que habían acordado salir en familia a acampar, pero a la mujer le pareció extraño que no se encontraron sus hijos, ni su esposo.

Cuando el oficial del Departamento de Policía que tomó la llamada para levantar el reporte se ofreció a verla en persona, la mujer desistió, indican los documentos de la Corte.

La esposa de Matthew explicó que no habían tenido problemas previos ni tuvieron una discusión antes de su partida, pero le preocupaba que su esposo no se había llevado los asientos adaptadores para niños. Tampoco lograba comunicarse con él por teléfono.

“No pensaba que los lastimaría ni que los niños estaban en peligro, pensaba que eventualmente iba a regresar”, se detalla en el documento.

Al día siguiente, el 8 de agosto, la madre de los niños se volvió a comunicar con las autoridades y pidió que acudieran a su casa. Un oficial llegó a las 6:59 de la tarde y tras hablar con ella, utilizaron una aplicación móvil para localizar el sitio donde se encontraba el celular de su marido.

El sistema arrojó que la última ubicación era el centro comercial Pabellón en Playas de Rosarito, a las 2:24 de la tarde de ese mismo día.

Al día siguiente, la mujer se comunicó nuevamente con la Policía y les informó que la ubicación de su esposo mostraba que se acercaba al cruce fronterizo de San Ysidro, por lo que las autoridades locales contactaron a la Oficina del FBI en San Diego.

Los agentes se trasladaron hasta el lugar, a la vez que pidieron a oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) que lo retuvieran y enviaran a segunda inspección.

A la 1:00 de la tarde, horas después de que los cuerpos de Rain y Kaleo fueron localizados, su padre llegó hasta la caseta vehicular de ingreso a Estados Unidos.

El oficial a cargo de recibir al estadounidense, les dijo a los agentes federales que había mancha de sangre en los documentos del vehículo, pero que los menores no se encontraban con él.

Tras entablar contacto con la Unidad de Enlace de la Policía Municipal de Rosarito, autoridades estadounidenses supieron del hallazgo de dos niños, cuyas edades y descripción coincidían con las de Rain y Kaleo.

Los policías le enviaron fotografías de los cuerpos a los oficiales del FBI, quienes detallaron en su reporte que presentaban herida de gran profundidad en el pecho.

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Cuando los agentes abordaron a Matthew y le leyeron sus derechos, este aceptó hablar con ellos. El interrogatorio quedó videograbado como parte del procedimiento.

“Coleman confesó matar a sus hijos, dijo que condujo hasta México el sábado 7 de agosto, no tenía un asiento para el carro, así que a la bebé la introdujo a una caja”.

Fue entonces que dijo que dijo que cometió el doble homicidio porque “pensaba que sus hijos iban a crecer y convertirse en monstruos, así que tenía matarlos”, se explica en el documento.

También describió cómo los asesinó cerca del Rancho El Descanso.

Primero tomó a Kaleo y le disparó en el pecho con el arpón metálico. Sin embargo, el niño no murió al instante, por lo que Matthew manipuló el arma hasta que le quitó la vida. Al hacer esto, fue que se cortó la mano.

Después de asesinar a ambos, movió los cuerpos unos 27 metros, los dejó abandonados y en su camino de regreso, se deshizo del arpón y de la ropa con sangre. Más tarde, dejó otra ropa con sangre en un contenedor de basura que encontró sobre la calle en Tijuana.

Cuando los agentes del FBI le mostraron las fotografías impresas de los cuerpos de sus Rain y Kaleo, Matthew escribió sus iniciales en cada una y los identificó plenamente como sus hijos.

El hombre continúa en prisión en espera de su audiencia inicial, en la cual se formularán los cargos en su contra y tendrá oportunidad de declararse culpable o no culpable de los delitos que se le imputan.