PASADENA, CALIFORNIA. Las secuelas de los incendios en Pasadena y Altadena no solo han dejado a cientos de familias sin hogar, sino que también han expuesto a muchos migrantes mexicanos y de otras nacionalidades, a amenazas y abusos; especialmente quienes viven sin un estatus migratorio regular.

Mónica, una migrante mexicana con más de 20 años residiendo en Estados Unidos, relató que quienes rentaban departamentos antes de los incendios ahora enfrentan presiones para desistir de cobrar el depósito que dejaron al propietario al momento de firmar el contrato.

En algunos casos, los dueños los amenazan con llamar a inmigración si insisten en exigir el reembolso.

“Nos amenazan con llamar a migración porque saben que no queremos problemas. Todo esto ha empeorado desde los comentarios de sobre los indocumentadas”, compartió Mónica con evidente preocupación.

Cristina Sánchez, trabajadora social de AltaMed, señaló que la situación es aún más crítica porque muchas familias necesitan cubrir un depósito y los primeros meses de renta para acceder a un nuevo lugar donde vivir.

Pero este proceso se complica por las intimidaciones y los altos costos de alquiler que han surgido tras la emergencia.

“Los dueños de propiedades están aumentando las rentas de forma desproporcionada. Además, amenazan con deportaciones para evitar devolver los depósitos a las familias afectadas”, denunció Sánchez que tiene familiares y conocidos en esa situación.

En localidades cercanas como Arcadia, los costos de renta han escalado, pues de una día a otro pasaron de 3,000 a 5,000 dólares mensuales, cifras inalcanzables para muchas familias.

Odalyss, residente americana, narró que un compañero suyo, cuya casa fue consumida por las llamas, tuvo que pagar 15,000 dólares para asegurar un lugar permanente.

“Ahora está pagando 5,000 dólares solo en renta”, explicó.

La tragedia dejó en muchos con miedo ante el panorama migratorio que se avecina, por las amenazas de Trump.

Alex, otro migrante mexicano, expresa su incertidumbre y para él es “jugársela”.

“Claro que teme uno porque está ilegal. No se sabe qué puede pasar, solo Dios sabe”, externó mientras buscaba ropa en un centro de acopio en el hipódromo de Santa Rosa.