TIJUANA.- Héctor Gámez, de 65 años, nació en Guadalajara pero encontró en Tijuana su verdadero hogar y el amor por el piano.
Creció en una familia de músicos; sus parientes tocaban el saxofón y la guitarra, pero desde joven, él sintió una conexión especial con el piano.
“Me querían enseñar otros instrumentos, pero yo prefería el piano”, recuerda Héctor.
A los 14 años, Gámez dejó la escuela para trabajar y costear sus clases de música, luego de perder a sus padres.
Su primer piano llegó gracias a su abuela y su jefe, aunque resultó ser defectuoso, un golpe que recuerda con una mezcla de resignación y humor.
Con el paso de los años, enfrentó desafíos personales, incluyendo el mundo de las adicciones.
Sin embargo, el amor por la música fue su refugio y camino de salida.
Durante más de cinco décadas, ha compartido su arte en restaurantes, bodas, fiestas y con diferentes bandas locales.
Actualmente, Héctor visita el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC), en el antiguo Palacio Municipal, donde encuentra un espacio para tocar.
Para él, cada nota es un testimonio de superación y un tributo a su vínculo con el piano.
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